Mi jefe tiene un tesoro
metió oro en una empresucha
va to’ estirao, está echo un toro
ha cambiado ya dos veces de peluca
su mujer se acuesta con un moro.

Mi jefe siempre manda y ejecuta.
Dice: para esto hay que tener madera,
nadie te regala nada en esta vida,
conseguir las cosas implica dar cera.
Yo pienso: hay que ser un hijo puta.

Mi jefe cree que mueve los hilos,
confunde su cubículo con un despacho,
el muy iluso cree que hila fino.
Popescu objeta: “te has pasado, macho”.
Lo normal es que le peguen un tiro.

Ha enmendao’ la cocina
y ha alicatao’ el baño
por efecto de la cocaina
lo ha dejado todo blanco.

En los tiempos de la Gripe A
la gente iba con mocos en el codo
y no resultaba tan vulgar.

Se acabaron las vergüenzas,
todos eramos más que sospechosos
y los hombres dejaron de arrimar
sus caras para los dos besos
sus órganos de contenido sexual.
Una fiebre que es el miedo;
su estigma, la letra A.

Los ojos, la boca,
los zupos, los papos.
Nada se podía tocar,
en los tiempos de la gripe A

Ah!, “A”, Oh!, “A”, Gripe “A”:
exclamaciones de susto y horror
en tiempos de la Gripe A.

Pese a su origen cerdícola, aviar,
de cualquier lugar,
en los tiempos de la gripe A
no era nada glamuoroso
pillarse una estacional.

Cuánto sufrimiento contagiarla
cuánto dolor padecerla
cuánto terror pillarla
para luego acabar igual.
Como un individuo cualquiera,
que oculta su identidad.
Después de haber usado un “tapabocas”,
para parecerse a Michael “Jack”.

En los tiempos de la gripe A,
el alcohol adquirió usos alocados;
algunos lo empleaban para lavarse las manos.
Muchos excusaron su borrachera
alegando higiene intestinal
Estar ebrio es consecuencia de la gripe A.

Los hombres de ciudad no tienen rostro.
Tienen ojos pero están ciegos de ira,
Tienen olfato para negocios y rapiñas,
Tienen tacto para las huidas,
Tienen gusto de permanecer anónimos,
Tienen oído que todo es mentira.

Los hombres de ciudad están perdidos.
Tienen ojos pero están llenos de odio,
Tienen olfato para las huidas,
Tienen tacto para negocios y rapiñas
Tienen gusto por la mentira
Tienen oído que son anónimos.

Ser anodino,
tu bajeza extrema
hace dudar de tu nombre
incluso a quien te conoce;
«la rubia» te llaman
aunque no seas hembra.

Ser anodino,
no malgastes tu saliva.
Jamas convencerás a nadie,
mucho menos a una piba.

Ser anodino,
me has hecho mazo gracia,
no sabemos cómo te llamas
y has entrado en nuestra casa.

Ser anodino,
mejor vete pa´ los bares,
para lo que nos aportas
es preferible que emborraches.

Aunque lo ignores,
por ahora y siempre,
esta noche, tu presencia
inspiró unas reflexiones
que sentaran una creencia,
la de que eres un mediocre,
la de que huyes de la ciencia,
y me tocas los cojonesssss

Hola nena, ¿cómo estás?
Well, nor good neither bad
Yo soy estudiante ¿y tú?
All my friends call me Jude
¿están ellos por aquí?
Sure they´re, are you thick?
No te quiero molestar…
Then you can guess if you are…
Reconozco que te ví…
I see you´re able to see
y no pude aguantar…
I don´t  know if I´ll stand…
el deseo de saber…
I just wonder if you heard…
si a ti te gustaría…
that I won´t longer stay here.
quedar conmigo algún día?
Maybe if you´re not drunk of beer.
Sólo he bebido dos!!
I can tell that you drank more…
Bueno si, tienes razón
and I know you´ll go on
No si me pides parar
I not even asked you to talk
Vine al verte sonreir
I was just about to sneeze
Si que hace frio aquí
to me is hot, but anyway…
Yo te dejo mi jersey
I think I´m just moving there
¿porque te tienes que ir?
my friends are waiting for me
tengo tu número ¿y tú…?
I´m afraid you gave me yours…
¿te llamo algún día, Jude?
You are not my friend, are you?

 

 

 

Autosuficiente en mi ventana
Contemplo al pobre transeúnte
que busca absorto mientras anda
destellos que espera que alumbren
el camino que le lleva a casa
o al cielo o a cumplir con el curre
vendiendo alfombras en Yakarta.
No se si quizá es la costumbre
de ver tanta gente y no ver nada
más  que ver, dormido en mi cumbre,
pacientes sumisos que pasan
por ser pasajeros y acuden,
sin osar retar mi mirada,
a su derecho a andar por las nubes
a volar a la tierra buscada
a escapar del control de las luces
de cristal, de pasillos y estancias,
de este reino de horas de hielo.
Muchas veces yo sueño que vuelo,
que despego desde mi atalaya
desde la que ahora sólo veo el suelo.

 

 

Dedicado a los trabajadores del aeropuerto que, con su insolente superioridad, nos recuerdan que aunque vayamos a volar seguimos siendo simples personas